viernes, 6 de enero de 2017

UNA BRUJA ME VISITA

¡Es verdad, conocí a una bruja!  Ésta Llegó a mi casa, por casualidad, a arreglar el vidrio que desde hace un tiempo permanecía trizado en el salón.



La dejé pasar. Yo estaba solo y eso me permitió observar los grandes cabellos castaños que le caían, desde una partidura blanca en la cabeza.  Se veía grasoso y delgado.

Trabajaba diligentemente. El silencio se aliaba a su labor. Las manos demostraban su edad. Habrá tenido cincuenta años, por lo menos eso comunicaban las manchas oscuras de su piel.

Aquello me dio a entender que, probablemente, las brujas también envejecían.

Se acercó al vidrio. Comprobó que podría romper la piscina inflable que manteníamos afuera en la terraza. Aunque no fue impedimento para ella. Llamó a través del teléfono y dijo, en clave, que haría "un invento".

Caminó hacia el vidrio con  el tollo o corta cristales.  En el material transparente apoyó el instrumento  y aparecieron líneas blancas que se transformaron en triángulos, los cuales caían uno por uno al suelo.

Es probable que sea irrelevante las innumerables arrugas que tenía en las botas cafés, justamente en la sección donde se dobla el pie al caminar, o el disimulado agujero que emergía del  pantalón acompañado de hilachas azules. No obstante, fue lo primero que me fije de su atuendo.

Terminó de poner el vidrio, las manos que alguna vez tuvieron  las venas gruesas, similares a surcos zigzagueantes previas a los nudillos, actualmente mostraban una piel tersa sin relieves extraños.

Al concluir su misión, se dirigió a la puerta, aunque volvió hacia mí. De esa manera, pude ver sus ojos que eran de color miel, navegando en un mar blanco, señido de arterias rojas dilatadas. La pupila no existía y percibí  mi reflejo en sus iris castaños.

Antes de marcharse, afirmó esto:  "tendrás una larga vida", "cuida tus manos, es tu punto débil", "intuyes, pero eres muy racional por lo que dejas pasar muchos avisos" y concluyó diciendo "en ti vive un espíritu antiguo que tiene una tarea pendiente".

Cerró sus labios, revestidos de pelos invisibles en el lugar donde nacen los bigotes. Giró la cabeza, evidenciándose el tabique recto de la nariz, y jamás la volví a ver.

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